The Wall of Warriors

miércoles, 11 de julio de 2012

El Dokkodo




El Dokkōdō («El camino de la soledad», «El camino que se debe seguir solo») fue una obra escrita por Miyamoto Musashi una semana antes de su muerte en 1645. Es una obra breve consistente en 19 a 21 preceptos (los preceptos 4 y 20 se omiten de la versión original).
El Dokkōdō fue escrito cuando Musashi repartía sus posesiones para prepararse a la muerte y lo dedicó a su discípulo favorito: Terao Magonojo. En dicho documento se expresa una forma de vida estricta, honesta y asceta.
Los preceptos
  1. Acepta todo exactamente de la manera que es.
  2. No busques el placer por tu propio bien.
  3. Bajo ninguna circunstancia dependas de un sentimiento parcial.
  4. Piensa ligeramente en ti y profundamente en el mundo.
  5. Mantente separado del deseo a lo largo de toda tu vida.
  6. No te arrepientas de lo que has hecho.
  7. Nunca seas celoso.
  8. Nunca te entristezcas por una separación.
  9. El resentimiento y las quejas no son adecuadas ni hacia ti mismo ni hacia otros.
  10. Nunca permitas que te guíe la lujuria o el amor.
  11. No tengas preferencias en ninguna cosa.
  12. Se indiferente al lugar en donde vives.
  13. No persigas el probar buena comida.
  14. No te aferres a posesiones que ya no necesites.
  15. No actúes siguiendo costumbres o creencias.
  16. No colecciones armas o practiques con ellas más allá de lo útil.
  17. No temas a la muerte.
  18. No busques poseer bienes en tu vejez.
  19. Respeta a los dioses sin contar con su ayuda.
  20. Puedes abandonar tu cuerpo pero debes perseverar en el honor.
  21. Nunca te apartes del Camino.

martes, 10 de julio de 2012

Lo que entrenan las artes marciales

Las artes marciales entrenan tu mente y tu espiritu para conocerte en situaciones de estrés, el arte marcial te enseña de  lo que eres capaz, te enseña  que las situaciones en tu mente son peores que lo que realmente puede suceder,  te enseña a esperar, a tener paciencia, no todo es fuerza, es cuestion de pensar, plantear la  estrategia,   y ante todo te enseña a pensar con ¨adrenalina¨ para resolver el problema, estas situaciones, estas peleas, estas pruebas diarias, el reto es contra tí mismo, no es cuestión de ganar es cuestión de aprender, de mejorar, de exigirte hacerlo mejor y crecer, definitivamente no tiene nada que ver con perder, nunca vas a perder cuando te vences a tí mismos, siempre vas a ganar, siempre, vencerte es la principal tarea de cualquier artista marcial, es el camino del Budo.

Hay momento que dejamos de practicar el arte marcial sin embargo nunca dejamos de practicar lo que aprendimos en el dojo,  esta capacidad de¨resolver problemas¨ buscando vencerte a ti mismo te hacer superar obstaculos y crecer.
 
Extraido del blog "Aprendiz de Samurai"
 
http://aprendizdesamurai.ticoblogger.com/

martes, 24 de abril de 2012

La Actitud Durante la Tormenta

Existe lo que se llama la actitud durante la tormenta. Cuando uno es sorprendido por una repentina tormenta, se puede o bien correr lo más aprisa posible o bien colocarse rápidamente bajo los aleros de las casas que bordean el camino. De todos modos nos mojaremos. Si uno ya estuviera preparado mentalmente a la idea de estar mojado, se estaría a fin de cuentas muy poco contrariado o sorpendido con la llegada de la lluvia. 

"Se puede aplicar este principio con provecho en todas las situaciones porque recuerda que es mejor ser la lluvia... que ver llover"

viernes, 24 de febrero de 2012

Obsequios inaceptables


Cerca de Tokio vivía un gran samurai ya anciano, que se dedicaba a enseñar a los jóvenes. A pesar de su edad, corría la leyenda de que todavía era capaz de derrotar a cualquier adversario.

Cierta tarde, un guerrero conocido por su total falta de escrúpulos, apareció por allí. Era famoso por utilizar la técnica de la provocación: Esperaba a que su adversario hiciera el primer movimiento y, dotado de una inteligencia privilegiada para reparar en los errores cometidos, contraatacaba con velocidad fulminante.

El joven e impaciente guerrero jamás había perdido una lucha. Con la reputación del samurai, se fue hasta allí para derrotarlo y aumentar su fama.

Todos los estudiantes se manifestaron en contra de la idea, pero el viejo acepto el desafío.

Juntos, todos se dirigieron a la plaza de la ciudad y el joven comenzaba a insultar al anciano maestro. Arrojó algunas piedras en su dirección, le escupió en la cara, le gritó todos los insultos conocidos -ofendiendo incluso a sus ancestros-.

Durante horas hizo todo por provocarlo, pero el viejo permaneció impasible. Al final de la tarde, sintiéndose ya exhausto y humillado, el impetuoso guerrero se retiró.

Desilusionados por el hecho de que el maestro aceptara tantos insultos y provocaciones, los alumnos le preguntaron:


¿Cómo pudiste, maestro, soportar tanta indignidad?


¿Por qué no usaste tu espada, aún sabiendo que podías perder la lucha, en vez de mostrarte cobarde delante de todos nosotros?

El maestro les preguntó: -Si alguien llega hasta ustedes con un regalo y ustedes no lo aceptan, ¿a quién pertenece el obsequio?

-A quien intentó entregarlo- respondió uno de los alumnos.

- Lo mismo vale para la envidia, la rabia y los insultos -dijo el maestro-.

Cuando no se aceptan, continúan perteneciendo a quien los lleva consigo.